Friday, September 24, 2010

El Yo del Etnógrafo y Para Leer Al Atardecer de Charles Dickens


Desde el documento El Yo del Etnógrafo de Guillermo Echeverri se plantean tres dimensiones a saber: El etnógrafo y la pintura,  la invención del yo y la narración.
El etnógrafo y la pintura básicamente es la conciencia de la dimensión del adentro de afuera que se confunden y se conjugan simultáneamente.  Lo que se pinta no es la pura realidad, es más bien, una nueva creación, una invención, debido a que el pintor la plasma desde su propia y particular perspectiva.  Desde aquí se asume la etnografía más como un proceso descriptivo que como un proceso explicativo.  Prestando especial atención a los detalles. 
La invención del yo se refiere a los sistemas de transmisión de la memoria humana.  Hace referencia a tres elementos principales los cuales son : los anales, las crónicas y las historias. 
Los anales pueden entenderse o asociarse con los hábitos, las crónicas se relacionan con los episodios y las historias hacen referencia a la memoria semántica, es decir, a los sucesos que pasan de un acontecimiento a un recuerdo vago para convertirse en un hecho significativo. 
La narración implica el ejercicio de la escritura, la sensibilidad de la percepción de los detalles y la agudeza para describirlos coherentemente.  El texto sugiere el auto-relato como el medio más eficaz para establecer cierta legitimidad en la brecha que se da entre el objeto investigado y el relato del investigador.  Sólo desde el ejercicio del auto-relato podemos tratar de comprender la manera como observamos, analizamos, las realidades. Esto nos ayuda a lograr cierta objetividad en la narración de los investigado.
Desde la lectura de la historia corta “Para Leer al Atardecer” del autor Charles Dickens, escrito en 1836, inferimos las siguientes dimensiones de acuerdo con la propuesta de Guillermo Echeverri. 
“Cinco correos sentados en un banco en el exterior del convento situado en la cumbre del Gran San Bernardo, en Suiza, contemplando las remotas cumbre teñidas por el sol poniente, como si se hubiera derramado sobre la cima de la montaña una gran cantidad de vino tinto que no hubiera tenido tiempo todavía de hundirse en la nieve.
Este símil no es mío. Lo expresó en aquella ocasión el más vigoroso de los correos, que era alemán. Ninguno de los otros le prestó más atención de lo que me habían prestado a mí, sentado en otro banco al otro lado de la puerta del convento, fumándome mi cigarro como ellos, y también como ellos contemplando la nieve enrojecida y el solitario cobertizo cercano en donde los cuerpos de los viajeros retrasados iban saliendo, y desaparecían lentamente sin que pudiera acusárseles de vicio en aquella fría región” (Dickens, 1836)

            En ésta introducción a la historia corta, vemos que el narrador se incluye en la conversación de los cinco correos, evidenciándose la relación adentro-afuera.  Aunque el narrador no participa directamente en el diálogo de los correos, por su posición en el lugar dónde ellos se encuentran, indirectamente se ve incluido en lo que se comparte allí.
            Concluimos que ésta es una historia porque para los personajes narradores tiene un significado y trascendencia en sus vidas, de alguna manera, estos eventos causaron algún impacto semántico en los correos y en el narrador.
            En el aspecto narrativo, se percibe una apreciación detallada de las características de cada uno de los correos que intervienen en la historia, además, permite recrear la personalidad de ellos y sus propias concepciones acerca de los fantasmas y un sexto sentido paranormal que tenemos los humanos.

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